viernes, 18 de julio de 2008

Enseñar a pensar

Vale la pena compartirlo. Por supuesto no es un cuento mío, pero me parece muy bueno. Comparto profundamente el valor de "enseñar a pensar". Antes de pasar al cuento, quiero también compartir un blog que me resultó "super interesante". No dejen de verlo en http://portalcalidad.wordpress.com/

Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio Nobel de Química en 1908, contaba la siguiente anécdota:

Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que este afirmaba rotundamente que su respuesta era absolutamente acertada.

Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo. Leí la pregunta del examen y decía:

"Demuestre como es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro".

El estudiante había respondido:

"Llevo el barómetro a la azotea del edificio y le ató una cuerda muy larga.Lo descuelgo hasta la base del edificio, marco y mido. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio".

Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta correcta y completamente. Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su año de estudio, obtener una nota mas alta y así certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel.

Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física. Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le pregunté si deseaba marcharse, pero me contestó que tenía muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas. Me excusé por interrumpirle y le rogué que continuara.

En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta:

"Tomo el barómetro y lo lanzo al suelo desde la azotea del edificio, calculo el tiempo de caída con un cronómetro. Después se aplica la formula altura = 0,5 por A por t^2. Y así obtenemos la altura del edificio. En este punto le pregunté a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dió la nota mas alta.

Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta. Bueno, respondió, hay muchas maneras, por ejemplo: tomas el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del Edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio.

Perfecto, le dije, ¿y de otra manera?. Si, contestó, éste es un procedimiento muy básico para medir la altura de un edificio, pero también sirve. En este método, tomas el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el número de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el número de marcas que has hecho y ya tienes la altura.

Este es un método muy directo. Por supuesto, si lo que quiere es un procedimiento más sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro está a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores y, aplicando una sencilla fórmula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio.

En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su período de precesión.En fin, concluyó, existen otras muchas maneras.

Probablemente, la mejor sea tomar el barómetro y golpear con el la puerta de la casa del portero. Cuando abra, decirle: "Señor portero, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo".

En este momento de la conversación, le pregunté si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares) evidentemente, dijo que la conocía, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a pensar.

El estudiante se llamaba Niels Bohr, físico danés, premio Nobel de física en 1922, más conocido por ser el primero en proponer el modelo de átomo con protones y neutrones y los electrones que lo rodeaban. Fue fundamentalmente un innovador de la teoría cuántica. Al márgen del personaje, lo divertido y curioso de la anécdota, lo esencial de esta historia es que LE HABÍAN ENSEÑADO A PENSAR.

Por cierto, para los escépticos, esta historia es absolutamente verídica. Aprendamos a pensar, hay mil soluciones para un mismo problema, pero lo realmente interesante, lo auténticamente genial es elegir la solución más práctica y rápida, de forma que podamos acabar con el problema de raíz...y dedicarnos a solucionar OTROS problemas.

Enseñar a pensar es la base conceptual de el libro "Construir con la cabeza" que ya he mencionado. En el capítulo 1, bajo el nombre "cuestionar la rutina" dice:

... Eduardo Galeano nos cuenta en su libro de los abrazos lo siguiente

"...en el medio del patio de ese cuartel había un banquito. Junto al banquito un soldado hacía guardia. Nadie sabía porqué se hacía la guardia del banquito. La guardia se hacía porque se hacía, noche y día, todas las noches y todos los días y de generación en generación los oficiales trasmitían la orden y los soldados la obedecían. Nadie nunca dudó, nadie nunca preguntó. Si así se hacía y siempre se había hecho, por algo sería.

Y así siguió hasta que alguien, no se qué general o coronel, quiso conocer la orden original. Hubo que revolver a fondo los archivos. Y después de mucho hurgar se supo. Hacía treinta y un años, dos meses y cuatro días, un oficial había mandado montar guardia junto al banquito, que estaba recién pintado, para que a nadie se le ocurriera sentarse sobre la pintura fresca".

La burocracia pasa a dominar en todos los ámbitos de nuestra vida.

Paulo Freire en su libro "Açâo cultural para a liberdade"[1], dice: "...estudiar es, sobretodo, pensar en la práctica y pensar en la práctica es la mejor manera de pensar acertadamente. De esta forma quien estudia no debe perder ninguna oportunidad en sus relaciones con los otros y con la realidad, para asumir una postura curiosa. Ya sea quien pregunta, ya sea quien indaga, ya sea quien busca".

En el mismo libro dice: "...el conocimiento se verifica como una respuesta a algunas preguntas, los nuevos conocimientos son el resultado de nuevas preguntas - preguntas pertinentes, apropiadas, sustanciadas - se aprendió así la manera de aprender y ya nada más puede impedir que una persona aprenda lo que quiera y lo que precisa aprender".

En otro de sus libros. "Conscientizaçâo"[2]nos dice: "...El hombre llega a ser sujeto por una reflexión sobre su situación, sobre su ambiente concreto ... Aquí nos encontramos con una idea que no es nueva.

Ya a comienzos de siglo se decía: 'Dar conciencia a los campesinos de su situación, a fin de que ellos mismos se esfuercen por modificarla, no consiste en hablarles de agricultura en general, recomendarles el empleo de fertilizantes químicos, de máquinas agrícolas ni de formación de sindicatos.

Consiste en hacerles comprender el mecanismo de la producción agrícola, a la cual se someten por simple tradición; hacerlos examinar y criticar los actos diarios que cumplen por rutina.

Lo que más cuesta al hombre saber, de manera clara, es su propia vida, tal como está hecha, por tradición y rutina de actos inconscientes. Para vencer la tradición y la rutina, el mejor procedimiento práctico no se encuentra en las ideas y conocimientos exteriores y distantes, sino en el cuestionamiento de esa rutina por aquellos quienes se conforman con ella, el cuestionamiento de la rutina en que viven..."

Con estas tres citas de Freire queremos destacar tres aspectos que son clave en todo sistema de Calidad:

- el primero de ellos es "estudiar y pensar en la práctica", porque es a partir de ella que podemos crecer;

- el segundo aspecto importante es el de "preguntar", como único medio para aprender y,

- el tercer aspecto que interesa resaltar es, llegar más allá de la pregunta, "cuestionarse la rutina con la que hacemos las cosas", "criticar los actos diarios que se cumplen por simple tradición".

[1] 1978, ver referencias bibliográficas
[2] 1980, ver referencias bibliográficas

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